Teknokultura V.9 N.2 (Dic 2012) Trabajadoras y trabajadores culturales: mediaciones y movimientos socioculturales

Editorial:

En la antesala de nuevas intervenciones económicas y tecnocráticas, de nuevos recortes de derechos socioculturales, este número se suma a otras iniciativas que desde el activismo y la movilización social han organizado propuestas que deben ser inevitablemente atendidas, reseñadas, difundidas. Con la interpelación a los trabajadores y trabajadoras culturales (docentes, artistas, investigadores, activistas, asociaciones culturales, periodistas, trabajadores sociales…). Teknokultura brinda la posibilidad de compartir y organizar malestares individuales de un colectivo tan difuso como amplio, tan capaz como fragmentado ante las circunstancias tan adversas y desbordantes de los últimos años. Frente a una progresiva mercantilización de una cultura transformada en bien de consumo, frente al asomo descarado de las políticas y gestiones neoliberales que escampan a sus anchas en la presente cobertura de crisis, los trabajos incluidos en el presente número se suman a la idea de que la cultura es un derecho además de un recurso básico para la socialización y participación social.

Ante esta llamada hemos sido capaces de reunir en el presente número una serie de estudios que ilustran su capacidad de medicación, de transformación, por ejemplo, cuando se resisten a asumir el escenario desolador que acosa la universidad pública española al amparo de las lógicas de competencias y productividad que vertebran el Espacio Europeo de Educación Superior como nos recuerda el texto de María Lozano, o la barbarie acometida desde la reforma universitaria inglesa, no lejos de la que atisban nuestros actuales Ministerios y políticas educativas, como ilustramos a modo de posicionamiento editorial con la traducción del artículo de TP con el título “Neoliberalismo en la Universidad Metropolitana de Manchester, y una alternativa”.

De modo similar Marisela Montenegro y Joan Pujol reparan en las falsas promesas existentes en torno a las nuevas tecnologías y las “brechas digitales de género”. Señalan el modo que las TIC se han instalado en las agendas políticas “tecnofeministas” envueltas en falsas promesas de “transformación de las relaciones patriarcales de producción y explotación de la vida […] que la sociedad del conocimiento es incapaz de realizar”. Los autores, lejos de estas cortinas de humo, proponen atender a las sinergias inherentes a los distintos códigos que participan en el ensamblaje de poder sociotécnico. Ahonda en los códigos tecnológico, audiovisual y subjetivo, el modo que se retroalimentan y las posibilidades que sus sinergias brindan a la hora de conectar herramientas conceptuales como “corporeidad” y “performatividad” y, en particular, su relevancia para una agenda tecnofeminista.

En este número incluimos a su vez un ejemplo concreto de otras culturas participativas y solidaridad en torno y desde algunos de estos espacios urbanos, como es el caso del Grupo de Migración y Convivencia de la Asamblea de Lavapiés. Este Grupo, como detalla en su artículo Juan Román Méndez, desarrolla su trabajo “mediante un proyecto político de lucha a través de la solidaridad y la creación de redes […] de acompañamiento de personas migrantes”. Estas iniciativas y mediaciones socioculturales activan mecanismos de “bienestar y apoyo social” entendidas como forma tangible, concreta, de lucha política y rechazo del cada vez más instalado desmantelamiento del tejido social. El texto no deja de reparar en las tensiones entre los objetivos perseguidos por este grupo de Migración y Convivencia y las intenciones de aquellos que buscan ayuda ni en las dinámicas internas y externas de poder que también “acompañan” su quehacer.

Jorge León y Ana Ruíz abordan igualmente la importancia de los “códigos” y “procesos”, su poder de mediación, desde una concepción novedosa de la gestión y la política urbanística, entendida como un ámbito a medio camino entre la gestión de lugares urbanos físicos y la gestión y computarización de procesos y transacciones económicas simultáneas que acaecen simultáneamente en dichos espacios. Los autores señalan la importancia de superar modelos de proyección del espacio urbano y atender a los procesos de “mediación que permitan controlar la producción de la ciudad por parte de las administraciones y los profesionales de la disciplina”.

Desde un recorrido histórico en torno a la noción de instantánea e hiperaceleración de espacio-tiempo propio de las ciudades actuales, proponen superar la noción de lugar físico como paso previo a la re-apropiación por parte de administraciones públicas de la gestión de las transacciones económicas-productivas que definen lo urbano. Según los autores este “tomar las riendas” por parte de lo público “únicamente será posible una vez desarrolladas e implantadas las técnicas de medición temporal de los procesos económico-participativos ahora en poder de las gestiones privadas de ese supuesto ‘espacio público’”.

La posibilidad de activar redes y colectivos en entornos institucionales adversos, no requiere necesariamente de nociones fuertes de militancia o activismos, tampoco necesitan de un protagonismo excesivo de las nuevas formas de comunicación y mediaciones tecnológicas, las cuales, bajo las nuevas lógicas digitales tendemos a identificar, erróneamente, con la capacidad de movilización o participación social. Como indican Colin Lankshear y Michele Knobel en sus análisis de las nuevas alfabetizaciones digitales sería erróneo pensar que la Web 2.0 y los social media han traído consigo nuevas formas sociales de participación, colaboración, intercambio y distribución de conocimiento y autoría que definen las “culturas participativas” [El texto original, en inglés, fue publicado en el número anterior de la revista].

Lejos de estas visiones desacertadas Colin Lankshear y Michele Knobel –siguiendo a Jenkins (2010)– recuerdan que “[L]a Web 2.0 no es una teoría de la pedagogía sino un modelo de negocio”. También señalan que las formas “participativas” no se originaron en Internet, tampoco en la Web 2.0 a pesar que la web interactiva haya “ampliado las posibilidades de la cultura participativa en una forma alucinante y en una escala cada vez mayor”.

Continuando con nuestra línea editorial, el resto de secciones habituales de la revista permiten la posibilidad de dar a conocer trabajos en distintos formatos y códigos, alejados de estrictos corsés académicos, y de este modo dar cabida a aportaciones más cercanas a los movimientos sociales, el activismo, e incluso a trabajos originales, ensayísticos y de opinión, procedente de distintos ámbitos, el académico inclusive.

Los artículos de María Lozano y TP concretan las reflexiones anteriores dentro de contextos más concretos de acción. En el caso de María Lozano, reivindica que “la universidad como espacio y práctica de aprendizaje real exige hacer frente a las servidumbres voluntarias que sostienen un sistema cultural desigual, jerárquico y excluyente”, dado que hemos llegado a un contexto en el que “los procesos de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior la alejan [a la Universidad] de las dinámicas críticas para instalarla en la reproducción de un saber rentable”. Puesto que lo imperativo en la Universidad española actual es un contrato social que ha conducido a “la esclerosis del pensamiento universitario libre, creativo y utópico, marcado por el triunfo de la racionalidad instrumental al servicio del Mercado”.

Por su parte TP también señala los beneficios de la movilización grupal frente a las estrategias de aislamiento y del miedo individual, y toma como referencia el caso concreto de “acoso” y “acallamiento” que algunas Universidades inglesas exhiben frente a cualquier atisbo de resistencia o no acatamiento. Su análisis del caso de Ian Parker y otros/as colegas en la Universidad Metropolitana nos muestra cómo los procesos descritos en los artículos anteriores para los casos de la Universidad Española no son, ni mucho menos, autóctonos, a la vez que ilustran una vez más que las mediaciones socioculturales y sus capacidades de resistencia son todo menos fútiles.

Cerrando la sección <<A des/propósito de…>> David Agustín Vuelta estudia “una nueva categoría para definir a aquellas personas que no alcanzan una determinada prevalencia de relaciones sexuales mensuales”, los “sin-sexo” en Japón. Para ello se sirve de métodos propios de las Ciencias Sociales para estudiar cómo se define esta nueva categoría, se la concibe como un trastorno mental y a partir de ahí se intenta superarlo. El texto coral “Lo analógico, lo digital y la regulación de la cibercultura”, que presentamos en la sección <<Activismo y Movimentos Sociales>> es producto de la participación de Ángel Gordo en el “VII International Conference on cultural Policy Research ICCPR 2012: Cultural Politics and Cultural Policies” que tuvo lugar en Barcelona en Julio de 2012. Al compartir el guión de la participación, se generó un interesante debate que Albert García estructuró todas las participaciones siguiendo el guión del debate por lo que se tratan la distinción entre la cultura analógica y digital, así como en los cambios en las pautas de producción y consumo; y luego la cuestión de la regulación de la cultura en la era digital.

En la sección <<Pantallas>> Héctor Puente Bienvenido se sirve del juego Diablo III para reflexionar sobre los game sudies y el debate que existe dentro de esta disciplina académica entorno a la conceptualización de “mundo virtual” (como espacio irreal) y espacio del juego. Su contribución pretende clarificarnos este debate y acabar con distinciones y dicotomías poco fructíferas intelectualmente.

Los “Diálogos sobre la adopción en España por parejas del mismo sexo: el problema de las prácticas discriminatorias” y la entrevista a Kathleen Fitzpatrick conforman nuestra sección <<Convers/acciones>>. En el primer caso, tanto Rosa Jorge Bravo como Raquel (Lucas) Platero nos visibilizan en el ámbito de la adopción por parte de las parejas lesbianas y gays en el contexto de Cataluña no sólo desde el marco legal. En cambio, el foco de la atención se centra en el proceso de adopción, mediado por trabajadoras y trabajadores sociales, en su mayoría provenientes de la psicología y el trabajo social, lo que les permite discutir “algunos casos e informes de peritaje, así como las preguntas al Parlamento Catalán y los informes de la Fiscalía Antidiscriminación en los que se plantea las dificultades que surgen cuando las prácticas profesionales, en concreto desde la psicología, contiene valores heterosexistas, machistas y homófobos”. Por otra parte, la entrevista que ha realizado Andrés Lomeña a Kathleen Fitzpatrick nos permite conocer aspectos de su trabajo y visiones sobre la mercantilización de la universidad y de las publicaciones científicas. Su publicación constituye una ocasión privilegiada de compartir estos temas de interés con quien coordina la plataforma MediaCommons y es Directora de Comunicación de la MLA (Modern Language Association).

Finalmente, cerramos el número con la sección de <<Reseñas>> introduciendo una novedad para nuestra Revista. Se trata de dos reseñas del mismo libro, “La CT o La Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española[Link 1] [Link 2] que no sólo reseñan el libro, sino que aportan nuevas líneas y críticas al mismo, y cuya lectura esperamos que pueda contribuir a continuar debatiendo el desarrollo que ha tenido la industria cultural, y sus estructuras de trabajo, a lo largo de los últimos 35 años de la historia española.